Eres tú la mujer que me dio la vida y que me amo desde el primer momento que supo que vendría.
Crecí dentro de un cuerpo y me cobijo con un manto caliente llamado corazón, me alimento y me canto durante nueve meses.
Yo, latía dentro y sonreía, era feliz junto a ella. Éramos dos almas gemelas.
Me acariciaba con sus tersas manos y me llamaba mi vida.
Había noches que lloraba y yo no lo entendía, solo podía moverme y hacerle saber que no estaba sola, que yo con ella estaba cada noche y cada día.
Y al final, en una noche de invierno ya casi a la salida del sol. Ahí estaba yo naciendo y escuchando lo mucho que me quería.
Gracias mamá, por darme tú la vida. Por compartir tu cuerpo hermoso, tu corazón y todo el amor que una madre hace por sus hijos durante toda su vida.